EL JAZZ DE RÍA CERRÓ LA EDICIÓN ACERCANDO ESTE ESTILO MUSICAL A MÁS DE DOS MIL VECINAS Y VECINOS
El Jazz de Ría tuvo el atrevimiento hace siete años de programar jazz en villas y pueblos de la costa ártabra que hasta ese momento no contaban con ninguna propuesta sólida en este género.
Narón, 23 de julio de 2023.- Después de cuatro días de jazz en enclaves privilegiados de Narón, Neda, Cedeira y Valdoviño, el Jazz de Ría cierra su séptima edición con la certeza de haberse convertido en un festival transformador, que está consiguiendo acercar propuestas de jazz a la ciudadanía de estas localidades con un enfoque muy ecléctico y obteniendo como resultado una respuesta muy positiva por parte del público. Más de dos mil personas participaron en los conciertos y actividades programadas durante las cuatro jornadas, sumando al vecindario de cada lugar un público fiel que año a año participa de todas las propuestas de este programa itinerante.
Los escenarios escogidos en esta edición se asomaron a las playas y acantilados atlánticos de la costa de Valdoviño y Cedeira, se recrearon en lugares patrimonio como el Castillo de la Concepción o en paisajes singulares como la Ribeira de San Nicolás de Neda, sin olvidar la frescura del acogedor Parque Freixeiro de Narón, donde transcurrió la romería swing en la jornada del sábado. La directora del festival, Aitana Cuétara, explica que "cada concierto, cada actividad, se pensó siempre en función del paisaje, del espacio... El patrimonio, natural, histórico o arquitectónico, material o inmaterial, es el cabeza de cartel de este festival, en el que las elecciones artísticas tienen que encajar siempre en el territorio y en la filosofía sostenible por la que apostamos". Sobre la propuesta artística, Cuétara añade que siempre se procura "un equilibrio entre el jazz gallego y los proyectos más interesantes del jazz estatal, apostando por el intercambio y la colaboración con artistas y festivales de otros lugares, algo que quedó reflejado en el concierto de Xosé Miguélez con el pianista francés Jean-Michel Pilc en el parque de San Isidro en Cedeira, o en la apertura de lujo de esta edición donde Josemi Carmona y Jorge Pardo estuvieron acompañados por el percusionista gallego Moisés Fernández".
El espontáneo que dejó al público con la boca abierta
Fue precisamente en ese concIerto, el viernes por la noche, en el Pazo da Cultura de Narón, cuando tuvo lugar uno dieras momentos mágicos e inesperados que nos regala a veces este festival. Finalizado el concierto, ante los aplausos insistentes del palco de butacas, Jorge Pardo, Josemi Carmona y Moisés Fernández regresaron al escenario e invitaron a subir a la vez que ellos a un chico del público, que vestía pantalón de deporte y que no parecía venir preparado para actuar. El propio Josemi Carmona lo presentó como 'él Morocho, un cantaor, un artista de la tierra que hemos conocido hace poco, y nos gustaría terminar el concierto acompañando su arte'. El Morocho rechazó el micrófono que le ofreció el equipo técnico del festival y se arrancó con un tema que dejó al público sin poder cerrar la boca durante los cuatro o cinco minutos que duró la interpretación. Moisés Fernández y Josemi Carmona, que lo acompañaban en el cajón y en la guitarra, miraban para él tan fascinados como el público. La inesperada colaboración del Morocho en el concierto de apertura del Jazz de Ría descubrió para el público un talento emergente del cante flamenco en la comarca de Ferrol que está grabando en Madrid el que será su primer disco, y en el que va a contar con colaboraciones como la de Diego Cigala, Israel Suárez conocido 'el Piraña' o el propio Josemi Carmona.
Jazz que con-mueve al público
Los grandes momentos continuaron durante la romería swing del sábado, en la que el público bailó, jugó, hizo picnic y descubrió otra manera de disfrutar del Parque Freixeiro; también durante el concierto de Udra que destiló efervescencia neosoul ante lo entusiasta público de la Ribeira de San Nicolás en Neda; siguió con la picardía de los relatos musicados de Reírlo&Penadique en el Castelo de la Concepción, y alcanzó un punto difícil de igualar en la comunión entre el público de Cedeira y el cuarteto comandado por los grandes Xosé Miguélez en el saxofón y Jean-Michel Pilc al piano, en el parque de San Isidro el domingo a la noche. La jornada del lunes en Valdoviño fue el mejor cierre que el festival podía soñar en esta edición. La tarde comenzó con una ruta por los balcones atlánticos en la que participaron 80 personas que recorrieron parte de la senda de las ondas disfrutando de dos paradas muy especiales: en el mirador de San Xiao, Fausto Escrigas recibía al grupo de caminantes con las melodías nostálgicas de su saxofón; y en el mirador del Oural esperaba la propuesta salvaje y experimental de la baterista ferrolana Lorena Cachito. La ruta finalizó en la Playa del Baleo, donde el grupo que participó en la caminata se unió a las más de 200 personas que llenaban el pequeño anfiteatro natural del Baleo. Allí, la vocalista y compositora gallego-suiza Nastasia Zürcher hizo vibrar a un público que conectó con ella y con el paisaje atlántico y que la siguió entregado en la improvisación vocal de coros scat, tan característica del estilo de Zürcher, dejando en la memoria una noche inolvidable que pide ser repetida.
Una costa unida por el jazz y la sostenibilidad
Una vez más el festival fue ejemplo de sostenibilidad y responsabilidad social, eliminando al 100% el plástico de un solo uso, empleando llaves de agua de la traída para el público y repartiendo botellas reutilizables para los equipos artísticos y técnicos. Además, se emplearon envases reciclables en las barras y se reeditó también la Operación Ecovaso para animar público a llevar su propio ecovaso, reutilizando y dándole otra vida a los que tenemos en la casa de otros festivales. Para quien no llevó su ecovaso, las barras ofrecieron vasos de cartón reciclado y 100% reciclables. Asimismo, el festival aplicó la filosofía kilómetro 0 procurando que todo lo que se sirvió en el catering para artistas fuera de comercio local y distribuido o/y cocinado por empresas de la zona, evitando plásticos y apostando por materiales de un solo uso reciclables o de cartón. Para la gestión de los residuos, el festival cerró un acuerdo con Ecoembes, que colocó en los recintos papeleras de diferentes colores bien indicadas para separar correctamente la basura. Y dentro de la sostenibilidad social, la organización puso especial cuidado en la elección de localizaciones amables, cómodas y seguras para todo tipo de personas en cuanto a accesos, volumen, luz, visibilidad y movilidad. Y en el ámbito de la igualdad, conscientes de la enorme descompensación de género en el jazz, se procuró diversidad tanto arriba de los escenarios, como en el equipo del festival, integrado en su mayoría por mujeres.
Un año más, el Jazz de Ría tiñó con los colores del de jazz las villas de la costa ártabra, que se consolida como territorio de referencia dentro del mapa de los festivales de este género; con una propuesta artística de gran calidad y una gestión sostenible y responsable con el entorno natural y social, que le valió en 2021 un reconocimiento extraordinario en los Premios Martín Códax de la Música.